Los Seres Humanos fuimos creados para el desarrollo físico, intelectual y también espiritual. Esto sucede gracias al aprendizaje que se obtiene como resultado del compartir cotidiano. Desde muy pequeños mostramos una fuerte inclinación natural a escudriñar y entenderlo todo, que en definitiva es el código de inteligencia grabado en nuestra genética.
Algunos afirman que somos lo que pensamos, y nuestros pensamientos son producto de la activación de memorias neuronales grabadas en el cerebro en forma de imágenes, dando vida a lo que hemos llamado mente. Y por supuesto toda esta información fue recopilada gracias al proceso de captación de nuestros cinco sentidos.
Todo un mecanismo inteligente que nos garantiza aprender cosas nuevas todos los días. Es más, todo lo que somos hoy, es la conjugación del sinnúmero de experiencias vividas; lo que creemos, lo que sabemos, lo que soñamos, anhelamos, etc… Hemos edificado nuestra propia personalidad, siendo ésta el reflejo de todo lo experimentado.
De alguna manera creemos que todo lo que somos nos ha costado mucho obtenerlo; estos es, en estudios, viajes, lecturas, creencias, entre muchas otras cosas. Incluso algunas personas llegan a pensar que ya lo saben todo, o por lo menos lo que les interesaba saber. Esta actitud nos lleva a defender a «capa y espada» la postura individual ante la vida, porque llegar a considerar por un momento que estamos equivocados nos resulta temeroso.
Creamos así una burbuja, “mi realidad”, “mi verdad”.
Pero, ¿qué pasaría si en un momento descubrimos que gran parte de la información que aprendimos es una mentira? ¿Qué pasaría si todo eso que nos costó tanto aprender es una falsedad? ¿Qué pasaría si nuestras creencias solo son el resultado de una manipulación de la información original? Un ejemplo claro de esto es lo que conocemos como la verdad sobre el fruto del árbol del edén
íSin duda nos veríamos confrontados interiormente, entenderíamos que lo más inteligente sería comenzar a reevaluar todo lo aprendido, disponernos como lo hicimos desde chicos a escudriñarlo y aprenderlo todo, o para decirlo de otra manera; desaprender para volver a aprender. Pero con una clara diferencia: evidenciamos la distancia entre la realidad y la fantasía.
Pero desafortunadamente lo que ocurre no es lo antes mencionado, sino que el ser humano se niega a considerar que «su burbuja” no soporta un cara a cara con la vida real. Al parecer el mismo mecanismo de adoctrinamiento recibido, crea una extraña condición que bloquea la herencia genética de seguir aprendiendo nuevas cosas.
La historia nos presenta varios momentos en los cuales la humanidad fue llamada a reevaluar lo que creía como verdad. Por ejemplo, en tiempos de Copérnico, Galileo y Kepler, personajes “osados” que pudieron demostrar que el planeta tierra no era el centro del universo. Verdad que les valió el señalamiento de muchas personas de esa época y sobre todo el enfrentamiento con la Inquisición romana de la Iglesia católica.
Por lo tanto, aquellos individuos que logren entender que rechazar antes de comprobar, es una actitud negativa que trunca el avance, Los que sepan reconocer su inteligencia espiritual por encima de sus creencias más profundas, lograrán ser los agentes de transformación que tanto necesita la humanidad actual. Ellos se convertirán en claros maestros con carácter de verdad.
En ellos Jamás desfallece el intento por dejar en las bocas de quienes los escuchan, el sabor de la Verdad. Eres tu uno de estos osados?
Gracias por darte la oportunidad de leer este artículo. Recuerda, considéralo y saca de él, el mejor provecho.
Neil Barrios.